viernes, 23 de marzo de 2012

COMUNICADO DE LA MESA DIRECTIVA NACIONAL DE ACIERA‏


La Mesa Directiva Nacional de ACIERA, reunida en su asamblea mensual, con la presencia de representantes de todas las regiones del país, sesionó en función de una agenda de temas sociales de candente vigencia en estos días.

En primer lugar, el cuerpo de pastores y profesionales manifiesta su preocupación por la decisión de la Suprema Corte de JUSTICIA de la Nación en lo relativo al aborto no punible.

Consideramos que la decisión de una Institución tan prestigiosa debe ser respetada. Entendemos que la Justicia engrandece a la Nación. Sin embargo, en lo que a nosotros concierne, respetamos con desacuerdo, manifestando preocupación porque se avala la muerte de un niño no nacido. Consideramos que no existe razón válida para quitar la vida de ningún ser humano y menos la de un niño indefenso. Estas afirmaciones no van en desmedro de la enorme problemática que significa la violencia de género, que se manifiesta en el país de muchas maneras, entre ellas, el aberrante delito de violación, mayoritariamente en mujeres muy jóvenes.

Proponemos atacar con vehemencia las causas para no generar injusticia en torno a sus consecuencias. Las violaciones son estadísticamente, y en su mayoría, producto de la violencia familiar, y se amparan en la ausencia de un plan social integral con la participación del estado, su financiamiento y la asistencia de las organizaciones de la sociedad civil, los credos y todo actor social, grupal e individual. Proponemos así, en trabajo mancomunado construir un proceso de pacificación y un ataque profundo a las causas que conducen a este tipo de violencia (nuestro trabajo de décadas nos permite aportar experiencias y recursos), sumado a una asistencia permanente a la mujer víctima de violación o en caso de embarazo no deseado, y su contención en los aspectos material, psicológico, emocional y espiritual, finalizando eventualmente en la facilitación del proceso de adopción en caso que el niño nacido no sea aceptado. Creemos también, que se debería asegurar por ley una pensión para la madre víctima de violación, y una beca para el niño por nacer, que le asegure los recursos necesarios hasta la mayoría de edad o finalización de la educación superior. Por último, es imperioso juzgar y encarcelar a los autores del delito de violación de forma efectiva, lo que no se lograría con una mera declaración jurada, sino con la necesaria intervención de la justicia penal. Los victimarios de semejante vejación deben ser denunciados y perseguidos en todos los casos.

En la agenda asimismo se trataron y analizaron varios temas sociales que preocupan a la Mesa Directiva Nacional de ACIERA y que esta considera oportuno señalar para que tanto políticos como empresarios, trabajadores, religiosos, comunicadores, etc., en suma, todos los que formamos parte de este rico y bendecido país, trabajemos juntos para el bien común.

Debemos aprender a dialogar y acordar sobre aquellos temas que hoy nos enfrentan. Mirarnos a los ojos como hermanos y escucharnos unos a otros, es nuestra materia pendiente. La confrontación y el uso autoritario del poder no son caminos válidos para resolver conflictos.

Sigue siendo oportuno el consejo bíblico: La blanda respuesta quita la ira, mas la palabra áspera hace subir el furor.

La violencia verbal y psicológica, aparece también y gravemente en nuestras calles, en el deporte y lo más peligroso es que está en nuestras propias casas. La Oficina de violencia doméstica, que depende de la Corte Suprema de Justicia, nos advierte que en los últimos dos años las denuncias aumentaron un 40%. Y no sólo han aumentado las denuncias. La violencia verbal, psicológica y física denota un angustiante aumento de las muertes.

La violencia, el uso de la fuerza irracional (política, mediática, verbal, económica, física, etc.), en ningún caso y en ninguna de sus manifestaciones debe ser una metodología aceptable para resolver conflictos. Jamás, sino todo lo contrario.

No podemos mirar con indiferencia la realidad de que hermanos nuestros, argentinos por nacimiento o por elección, a pesar del crecimiento económico, pierdan su fuente de trabajo, vivan en la línea de pobreza, o peor aún, estén por debajo de ella. Los índices que tratan de “números”, suelen ocultar a la persona, a la mujer, al niño, al anciano, al individuo que está detrás del número, y que es el actor real y doloroso, víctima de este modo de vivir. Estos índices hablan de una generación que se pierde sin acceder a la educación, a la salud, a la vivienda digna y a un trabajo que dignifique.

Esto no es responsabilidad de unos pocos sino de todos. No podemos quedarnos observando indiferentes a los condenados a vivir de un subsidio. Eso que puede ser un gesto de caridad, de salvataje social a causa de una crisis, se transforma en algo inmoral cuando la persona queda atada a esa limosna de un estado (nacional, provincial, municipal; cualquiera sea su color político) de manera permanente y sistemática. Los argentinos debemos darles la oportunidad de ganar el sustento con un trabajo digno, porque el trabajo dignifica a la persona y es lo que Dios ha establecido. Debemos hacer algo, PODEMOS HACERLO y tiene que ser pronto, para revertir este dolor.

La corrupción es alarmante, nos ofende, nos avergüenza, nos lastima a todos. No es patrimonio de un dirigente ni de un sector. Si así fuera, sería más fácil terminar con ella. Lamentablemente se ha metido en nuestra mentalidad y en nuestras instituciones, y parece que la llevamos a todo ámbito de participación. La corrupción es una infección que se ha esparcido por todo el cuerpo. O la vencemos o nos vencerá.

Como integrantes de una Alianza Nacional de Iglesias, una vez más, queremos redoblar nuestro esfuerzo para contribuir a las soluciones esperadas. Así, colocando el eje y el foco primordial en la familia, aportamos nuestro esfuerzo e infraestructura en la asistencia a los niños, desde alimentaria hasta educacional, junto con su contención emocional y espiritual. Brindamos además una decidida ayuda en la prevención y la recuperación de las adicciones, como así también la concreción de trabajo digno y formal para todos nuestros habitantes. Deseamos colaborar con la sociedad en la construcción de un plan estratégico de largo alcance que nos conduzca a la realización no solo individual, sino al crecimiento integral como Nación.

Primordialmente, ofrecemos una oración permanente y comprometida por la Argentina a nivel general y por cada subsistema social en particular. Asimismo seguiremos pregonando los valores eternos de la Palabra de Dios, que hacen grande a una sociedad, y nos enseñan a vivir la vida con dignidad cada día.

Juntos podemos y debemos construir un país mejor.

Consejo Directivo de ACIERA
Bs. As., 21/03/2012
oficina@aciera.org
Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina

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